Estas galletas son pura locura si eres fan como yo, de la crema de cacahuete, estas, te van a encantar por su sabor intenso a crema de cacahuete y muy cremosas gracias a su relleno suave con sabor a cacao.
Comencé haciendo galletas normales, pero cuando les di el primer bocado, quería sacar aún más de ellas, y rápidamente hice un relleno para hacerlas aún más exquisitas. Todo un acierto, las llevé a un cumpleaños ese mismo día y no duraron un asalto! 🙂
Toma nota de la receta, porque estas galletas van a ser de tus preferidas!!
Mezcla en un bol con ayuda de una cuchara todos los ingredientes: Crema de cacahuete, la almendra molida, la panela, el huevo y la miel.
Haz una bola y enfría en la nevera media hora.
Pasado el tiempo, pon sobre la encimera una hoja de papel vegetal, pon la masa sobre el papel y cubre con otra hoja de papel vegetal.
Estírala con ayuda de un rodillo. Es una masa que tiende a agrietarse, pero se une bien.
Estira la masa hasta que obtengas un grosor de unos 5 mm.
Con un molde de galletas o un cortapastas, corta la masa, retíralas con una paleta con mucho cuidado sobre una bandeja de horno.
Con la masa restante de los bordes, haz de nuevo una bola y repite el proceso hasta que termines con toda la masa.
Llévalo al horno durante unos 10 minutos o hasta que los bordes empiecen a dorar.
Pasado el tiempo sácalas del horno, y deja enfriar por completo sin tocarlas hasta que endurezcan.
Derrite el chocolate al baño maría y con ayuda de una cuchara o una manga pastelera pinta unos hilos de chocolate sobre ellas. Ponlas en la nevera unos minutos, hasta que endurezca el chocolate.
Abre la lata de coco que debe estar muy fría y retira a un bol, la parte superior que ha quedado dura.
Monta la crema de coco con la ayuda de una batidora de varillas. Cuando la tengas montada, añade el azúcar glass y el cacao. Sigue batiendo hasta que se integre.
Después, añade poco a poco la crema de cacahuete e intégrala con movimientos envolventes.
Pon el relleno en una manga pastelera.
Pon un poco de relleno en la base de una galleta y tápala con otra. Haz lo mismo con todas.
Cuando las tengas, llévalas a la nevera para que endurezca y ya las tienes listas para devorar.